El ser humano es curioso por naturaleza. A todo el mundo le gusta saber de la vida de los demás y ver que hacen. Esto de ver que hacen gusta sobre todo si la tia está buena (vale, vale, o el tio) y aquí es donde nace el voayerismo. El espiar a alguien con esas intenciones está feo y si encima se graba y se publica en internet, por ejemplo, ya pasa a ser una hijoputez. Pero esta hijoputez en algunas ocasiones se vuelve en contra del mirón, como le pasó al este tio que quiso grabar a su vecina y al final salió perdiendo (que hijoputa, jeje).
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